El verdadero valor del anillo

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Habíamos estado hablando sobre la necesidad de reconocimiento y valoración.
Jorge me había explicado la teoría de Maslow sobre las necesidades crecientes.
Todos necesitábamos el respeto y la estima del afuera para poder construir nuestra autoestima.
Yo me quejaba por entonces de no recibir la aceptación franca de mis padres, de no ser el compañero elegido de mis amigos, de no poder lograr el reconocimiento en mi trabajo. "Hay una vieja historia "dijo el gordo, mientras me pasaba la pava para que yo cebara, de un joven que concurrió a un sabio en busca de ayuda. Su problema me hace acordar al tuyo.

El maestro, sin mirarlo, le dijo:

El joven tomó el anillo y partió.
Apenas llegó, empezó a ofrecer el anillo a los mercaderes. Estos lo miraban con algún interés, hasta que el joven decía lo que pretendía por el anillo.
Cuando el joven mencionaba la moneda de oro, algunos reían, otros le daban vuelta la cara y sólo un viejito fue tan amable como para tomarse la molestia de explicarle que una moneda de oro era muy valiosa para entregarla a cambio de un anillo. En afán de ayuda, alguien le ofreció una moneda de plata y un cacharro de cobre, pero el joven tenía instrucciones de no aceptar menos que una moneda de oro, y rechazó la oferta. Después de haber mostrado su joya a toda persona que se cruzaba en el mercado, más de cien personas y abatido por su fracaso, montó su caballo y regresó.
Cuánto hubiera deseado el joven tener él mismo esa moneda de oro. Podría entonces habérsela entregado al maestro para liberarlo de su preocupación y recibir entonces su consejo y ayuda.
Entró en la habitación.

Qué importante lo que dijiste, joven amigo -contestó sonriente el maestro-. Debemos saber primero el verdadero valor del anillo. Vuelve a montar y vete al joyero. ¿Quién mejor que él, para saberlo? Dile que quisieras vender el anillo y pregúntale cuánto te da por él. Pero no importa lo que ofrezca, no se lo vendas. Vuelve aquí con mi anillo.
El joven volvió a cabalgar.
El joyero examinó el anillo a la luz del candil, lo miró con su lupa, lo pesó y luego dijo:

El joven corrió emocionado a casa del maestro a contarle lo sucedido.
Siéntate -dijo el maestro después de escucharlo-. Tú eres como este anillo: Una joya, valiosa y única. Y como tal, solo puede evaluarte verdaderamente un experto. ¿Qué haces por la vida pretendiendo que cualquiera descubra tu verdadero valor?
Y diciendo esto, volvió a ponerse el anillo en el dedo pequeño de su mano izquierda.

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