Discriminación

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“Recuerden que cada uno debe amar a su prójimo como se ama a sí mismo. Pero si ustedes le dan más importancia a unas personas, y las tratan mejor que a otras, están pecando y desobedeciendo la ley de Dios” (Santiago 2: 1-9, vs. 8 y 9)

En la teoría, de acuerdo. ¿Y en la práctica?

 “Las personas pueden olvidar lo que les dijiste, las personas pueden olvidar lo que les hiciste, pero nunca olvidarán cómo las hiciste sentir”.

Jesús fue nuestro ejemplo máximo al tratar con respeto y bondad a los discriminados de su época: pobres, extranjeros, mujeres, enfermos, niños y niñas, viudas y huérfanos.

Y por casa… ¿cómo andamos?

Equipo Con-trato Amable

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